miércoles, 1 de abril de 2009







Deportes
La púgil Ana Pascal: Le temen porque parece un hombre
>> A la panameña le han hecho exámenes médicos para comprobar si es una mujer


Su aspecto es envidiado hasta por los más versados fisicoculturistas. (AFP)

Dicen que Ana Pascal muele vidrio con sus manos. Es tanta su rudeza que pocos creen que sea del género femenino; pero lo es. Esta mujer de 41 años, que nació en Colón, un puerto caribeño de Panamá, forjó su historia en medio de la pobreza, del desengaño. Sus puños le dieron la gloria y también la oportunidad de ser reconocida como una boxeadora impecable, capaz de masacrar a sus adversarios en el primer asalto.
En el barrio donde habita, una de las favelas más peligrosas de Ciudad de Panamá, Curundú, Ana vive en una barraca de madera, donde la suciedad y las aguas negras son permanentes. Ella recuerda que su padre le enseñó todo en el mundo del boxeo. “Él fue entrenador y me dio las primeras clases para no ser presa de los delincuentes y los malos de mi barrio”. Por eso siempre dice que ella se mide con cualquiera. No importa si lleva pantalones o faldas.

“Yo cuando lanzo un gancho de izquierda es para romperle la cara a mi adversario”. Quizá por esa forma de ser, la Pascal se tejió una fama que recorrió toda Panamá de boca en boca: El de la chica que era capaz de tumbar en pocos asaltos al más machito.

Ana está preocupada. Afirma que los desagradables olores de su calle la están jodiendo. “Creo que tengo los pulmones vueltos mierda. Pero vamos pa’lante. Este es mi mundo y hay que acostumbrarse, a pesar de que la salud se venga a pique”.

SIN RIVALES

Uno de los grandes problemas que tiene la Pascal es la falta de rivales, ya que ninguna mujer en el área del Caribe puede con la cuarentona. Con sólo verla, sus adversarias quedan petrificadas. Su físico es tan implacable, que muchos dicen que es un hombre.

En Colombia, incluso, le hicieron exámenes médicos para verificar su sexo. “Yo di mi consentimiento para que el público no tuviera dudas. Lo que pasó fue que la colombiana a la que le gané el título andaba diciendo que lo había perdido contra un hombre”, recuerda. “De mí no saben qué inventar. Tengo en mi cuerpo y mi rostro las marcas del dolor. Aunque digan que soy un ogro, soy una mujer con un par de pelotas”.